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Término griego (εἶδος) que significa determinación o aspecto. En latín es species, especie. Procede de la misma raíz que εἶδον o ἰδεῖν, por lo que también a veces se ha traducido por idea, aunque generalmente se traduce por esencia o por forma.

Para los presocráticos designa el aspecto de las cosas, su manifestación o aparición, pero a partir de Sócrates el εἶδος designa el ser en el sentido de lo «qué es». De esta manera este término equivale no sólo a aspecto, sino también a determinación. También en Meliso de Samos tiene este sentido, y εἶδος aparece como peras (en griego πέρας), límite o determinación (por eso para él el ser ha de ser ilimitado, ya que no tiene ninguna determinación).

Platón

Pero es a partir de Platón que este término adquiere su plena importancia. Platón también concibe el ser como un aparecer, como un mostrarse o como una presencia, pero ese aparecer tiene una apariencia o eidos. En cuanto que este término está relacionado con εἶδον y ἰδεῖν (términos que se relacionan con «ver» o «visión»), Platón utiliza continuamente la noción de visión para explicar la relación del hombre al ser (y la metáfora del sol y de la luz en el mito de la caverna). Por ello, al mundo que captamos por los sentidos le llama siempre mundo visible. De esta manera, el eidos designa propiamente lo ente, y la filosofía platónica inaugura una ontología de lo ente, en la que la pregunta por el ser remite a la pregunta por su determinación o aspecto (εἶδος). Por ello, el núcleo de su filosofía, es decir, la teoría de las ideas, es la pregunta por el eidos como determinación del ser. Pero el eidos (εἶδος) es también la especie (Fedón, 79a), ahora bien, cualquier determinación tiene siempre simultáneamente dos aspectos, por ello toda especie se define por el procedimiento de la dicotomía o διαίρεσις (diáiresis), a partir de una determinación superior o γένος (género), y la dialéctica es el conocimiento de cómo unas determinaciones participan (μετέχω) en otras. Las eídê aparecen también como separadas de las cosas, y son entonces realidades eternas, subsistentes e inmutables que existen en el mundo inteligible (República, 508c), y son causas y modelos del mundo visible, estando presentes (παρουσία) en las cosas (Fedón,100c-d, ver texto ). El método de la dicotomía o diáiresis también pone de manifiesto que las ideas están jerarquizadas y culminan en la idea del Bien (República, 504e-509c) o en la idea del Uno (Parménides, 137c y ss., Sofista, 244-245, ver texto ). Pero el ser propiamente dicho no es eidos (εἶδος), no es un ente, y el Bien o lo Uno no son propiamente determinaciones, ya que son condición de toda determinación. En este sentido, Heidegger señala que la teoría de las ideas de Platón no estudia propiamente el ser, sino lo ente, lo que está en la base de lo que Heidegger llama el olvido del ser y de la metafísica tradicional.

Para Aristóteles el eidos designa la forma o la causa formal correlato de la materia (Física, 194b 9-28), y aparece también como la esencia inteligible (Metafísica, 1013a), y como la actualización de la sustancia (Metafísica, 1050b). Ver enérgeia y entelekhia. En cuanto que el eidos es la forma, no puede tener existencia separada de la sustancia (οὺσία, ousía) o de la materia (ὕλη, hylé).

Husserl adopta este término en su fenomenología, donde el εἶδος designa la esencia de un objeto, constituida por el conjunto de características que permanecen invariantes en dicho objeto a través de cualquier proceso imaginario de transformación o cambio (ver texto ). De esta manera, el eidos posee una objetividad ideal y se aprehende en una intuición vivida (Wesenschau) que proporciona la comprensión originaria de un objeto.

Relaciones geográficas

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