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(del griego οικος, oikos, «casa»)

Estudio de los organismos en su medio ambiente o hábitat. El término lo usa, por primera vez, en un sentido parecido al actual, en el siglo XIX, Ernst Haeckel, zoólogo, amigo de Darwin, quien lo relaciona con el concepto de «economía de la naturaleza», usado anteriormente para referirse a la idea de armonía global y mutua interdependencia entre las distintas especies vivas de la naturaleza y su medio.

A finales del siglo XIX, la ecología comienza a constituirse en disciplina científica e integra en sus nociones fundamentales la idea (en principio opuesta) de adaptación darwinista, y las investigaciones se centran en el estudio de las relaciones de las plantas primero, y luego de los animales, con su medio, que exigen una interrelación, cada vez más global, con la geología, la topografía o las condiciones climáticas. Este punto de vista holístico facilita la consideración de las relaciones del organismo con su medio a modo de un «ecosistema» (el conjunto que forma una comunidad biológica y su medio, en el que se diferencia las funciones de sus elementos componentes: productores [plantas verdes], consumidores [herbívoros y sus predadores] y descomponedores [microorganismos]), y esto permite vertebrar la ecología con la teoría general de los sistemas y la abre a la idea de la interrelación de todos los ecosistemas en un todo vivo, denominado Tierra: el planeta como ecosistema global; la «hipótesis Gaia» (Gaia: Una nueva visión de la Tierra, 1979), de James Lovelock, es un intento de desarrollar científicamente esta idea.

Hacia 1920, por obra de los sociólogos y geógrafos de la Escuela de Chicago (R.E. Park, E. Burges), al comparar las relaciones de la comunidad humana viva y su medio con las de las poblaciones de plantas y animales igualmente con su medio, surge la ecología humana o social, también llamada urbana. Le compete como tarea el estudio de las relaciones de la comunidad humana con su entorno, así como las repercusiones de las estructuras sociales sobre el medio. La ecología humana trata también de promover la acomodación adecuada del hombre en su entorno natural -y de difundir esta idea-, cada vez más profundamente transformado y alterado por la acción humana. El intento de solucionar, con medios interdisciplinarios, la crisis medioambiental y sus problemas básicos, de origen sociocultural, de polución o contaminación atmosférica y conservación del medio ambiente, es uno de sus objetivos primarios. En otra perspectiva, se trata de conjugar el subsistema biofísico con el subsistema sociocultural.

El «ecologismo» es la forma política de la ecología, o en general el movimiento social de protección del medio ambiente. Nace a finales de los años sesenta, adquiere aspectos de crítica y protesta contra un desarrollo incontrolado que no respete el medio ambiente y la materias primas y se organiza conceptualmente como una verdadera concepción del mundo. Contra el modelo socioambiental establecido, defiende el concepto de sostenibilidad (o sustentabilidad), o desarrollo sostenido o sostenible: el que consigue impedir el proceso de degradación del entorno. Aplicado en un comienzo a los problemas de explotación agrícola, el término se generalizó a finales de los ochenta para aplicarse a toda forma de desarrollo económico que procure una forma de equilibrio estable, no cause contaminación, evite el agotamiento de formas de energía no renovables, no provoque problemas de difícil solución en el futuro y tienda a la internalización (integración en el proceso de producción) de costes y residuos.

El movimiento ecologista sirve, a menudo, de base ideológica a organizaciones sociales o partidos políticos. En esto han ejercido una gran influencia ciertos acontecimientos del tipo de catástrofes ecológicas (en enero de 1967, ocurre el naufragio del petrolero Torrey Canyon frente a las costas de Bretaña; en marzo de 1975, se produce el primer accidente grave, conocido, en una central nuclear, en Alabama, Estados Unidos; en 1981, científicos británicos hablan del agujero en la capa de ozono en la Antártida; en diciembre de 1984, se produce un escape de la multinacional Union Carbide en Bhopa, en la India, que provoca la muerte a 2.000 personas y lesiones a otras 200.000; en abril de 1986, estalla el reactor 4 de la central nuclear de Chernóbil, en Ucrania, por lo que han de ser evacuadas 140.000 personas, etc.) que suscitan la preocupación de los diversos Estados y hacen reaccionar a la opinión pública (en setiembre de 1971, nace el movimiento de «Greenpeace»; en abril de 1972, se funda en Tasmania, Australia, el primer partido ecologista; en 1984, se constituye el grupo «Arcoiris» que aglutina a los europarlamentarios «Verdes» de la CEE; este mismo año se reúne por vez primera la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, creada por la Asamblea General de la ONU de 1983; en junio de 1992 se celebra la Segunda Conferencia Mundial sobre el Medio Ambiente en Río de Janeiro, convocada por la ONU, etc.)

El Congreso de Mujeres sobre el Medio Ambiente, celebrado en Albany, en los Estados Unidos, en junio de 1978, ratifica el vínculo que el feminismo, en forma de ecofeminismo, establece con el movimiento ecologista.

En España, están constituidas la Asociación española de defensa de la naturaleza (AEDENAT) y la Coordinadora de organizaciones de defensa ambiental (CODA). «Los Verdes» se organizan, en España, en distintos grupos: Los Verdes, Grupo Verde, Los Verdes-Grupo Verde y Los Verdes Ecologistas. En los países desarrollados y democráticos, la ecología y, sobre todo, la sostenibilidad, han dejado de ser cada vez más exigencia exclusiva del movimiento ecologista, para pasar a formar parte, programáticamente por lo menos, del acervo común de los partidos tradicionales.

Hay corrientes de ecologismo profundo (deep ecology en oposición al ecologismo sostenibilista o shallow ecology), que defienden un fundamentalismo socioambiental.


Bibliografía sobre el concepto

  • Primavesi, A., Del Apocalipsis al Génesis. Ecología, feminismo, cristianismo. Herder, Barcelona, 1995.
  • Bergoglio, J. M., Ratzinger, J., Hacia un ecoevangelio. El llamado ecológico de los papas Benedicto y Francisco. Herder, Barcelona, 2015.

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