Ésta podría ser una edición anterior y no la más reciente o aprobada. Ir a la versión actual.
(del griego διαλεκτική τέχνη, dialektiké tekhne, arte dialéctico, del verbo dialego, conversar, discutir)
Desde un punto de vista histórico, dialéctica es tanto el simple arte de la conversación y discusión y el equivalente medieval de la lógica, como un muy complejo sistema de pensamiento en Hegel y un método adecuado de interpretación de la realidad, sobre todo social, en Marx, inspirado en Hegel. En la versión de Hegel, la dialéctica supone siempre el contraste de dos elementos opuestos o contradictorios, que pone en evidencia el carácter cambiante y progresivo de la realidad, que se desarrolla en fases históricas que, por la misma fuerza de esta contradicción interna, suponen transformación y ruptura, y no una simple evolución acumulativa y lineal. En los primeros diálogos de Platón, la dialéctica aparece como el arte o esfuerzo de hallar definiciones, mediante el método socrático de preguntas y respuestas; en diálogos posteriores, la synagogé, la reunión, y la diáiresis, la separación, aparecen como los elementos definidores de la dialéctica platónica, en cuanto representa saber dividir por géneros y diferencias, hasta que Platón identifica su propia filosofía con la misma dialéctica: la última de las enseñanzas que recibe el filósofo-rey, o la visión de conjunto que adquiere quien logra ascender por todos los escalones de la opinión y la episteme hasta el conocimiento de las ideas. Aristóteles devuelve a la palabra su uso convencional al aplicarla a los razonamientos que parten de premisas que sólo representan opiniones admitidas (éndoxa); la dialéctica es aquí arte de discutir, de dialogar con miras a dominar al adversario, mientras que opone su silogismo, o demostración capaz de sacar conclusiones verdaderas (apodeixis), al método de la división (diáiresis) de Platón, que denomina «silogismo impotente».
Los estoicos inician la identificación de la lógica con la dialéctica, idea que llegará a la Edad Media. Hacia el siglo XI aparecen los primeros dialécticos escolásticos, que, frente al único recurso de la revelación y la Biblia, apelan también al «uso de la razón» y a la «sabiduría de la razón», que llaman dialéctica, y que aplican a lo escasamente conocido de Aristóteles a través de Boecio. Destacan en esa labor Berengario de Tours y algunos de los componentes de la Escuela de Chartres. De ahí surgieron las primeras disputas sobre los universales. Los filósofos de la Edad Moderna identificaron la dialéctica con la silogística medieval de inspiración aristotélica, a la que consideraron un instrumento del pensar poco científico, de lo que son testimonio Bacon y Descartes, y hasta el mismo Kant, quien distingue en su Analítica la «lógica de la apariencia» -conceptos vacíos de impresiones-, de la «lógica trascendental», única productora de verdadero conocimiento, aplicada al mundo de la experiencia sensible. El uso trascendente de esta lógica da origen a la dialéctica trascendental, de la cual tiene un concepto peyorativo, porque no representa más que un uso ilegítimo del entendimiento, que sólo produce paralogismos, antinomias y la búsqueda de un ideal de la razón; contradicciones, en suma, de la razón.
Estas contradicciones, que Kant pone en evidencia, son el punto de partida del idealismo absoluto de Hegel. La razón, según Hegel, es esencialmente contradictoria, como lo es la realidad misma, que la conciencia humana sólo puede captar por parcelas y en fases sucesivas. En la filosofía de Hegel desaparece la noción kantiana de «cosa en sí», distinta del sujeto y totalmente incognoscible. Para Hegel la conciencia humana es una fase del desarrollo del pensamiento en sujeto y objeto, concepto y mundo, se confunden en una misma realidad, a la que llama sujeto, autoconciencia y Espíritu. La realidad no existe toda al mismo tiempo ni es conocida toda por entero en un solo momento, sino que, sea mundo o conciencia, va siendo a lo largo del tiempo. La fuerza que impulsa este movimiento hacia un saber absoluto, una autoconciencia total o un Espíritu Absoluto no es otra que la de la dialéctica.
Fundamentalmente, el pensamiento dialéctico sostiene que tanto el pensar como el ser, o el conocimiento y la realidad, que son lo mismo, son movimiento hacia un punto final, el absoluto, que no es meramente el término, sino el todo o el conjunto, «porque lo verdadero es el todo, esto es, el ser que se completa mediante su evolución», y que es también sujeto, porque la realidad es Idea.
El movimiento dialéctico lo describe Hegel como un proceso de negación y mediación, que siguen a un primer momento de simple posición de una cosa o un concepto; las fases de este movimiento, o momentos de la dialéctica, han recibido corrientemente los nombres de tesis, antítesis y síntesis. La tesis es la posición o simple afirmación de algo, que por necesidad se presenta, al poco de examinarlo, como simple apariencia; la negación o antítesis supone un contraste a la vez que un conflicto; las cosas y el pensamiento son sustancialmente contradicción, como ya expresaba antiguamente Heráclito. El empuje dialéctico lleva a una visión de conjunto, a un tercer momento de mediación o intento de solución de la contradicción, que se acaba en una nueva posición de la cosa o del concepto, que asume y a la vez supera el punto de partida inicial, con lo que de nuevo puede iniciarse el proceso dialéctico.
El proceso no es, sin embargo, infinito, porque ha de acabar con la comprensión total de la realidad y del pensamiento como un saber completo, o absoluto.
El recurso al método dialéctico y a su estructura tripartita puede observarse en toda la obra de Hegel. Divide fundamentalmente el espíritu o idea en «espíritu subjetivo, objetivo y absoluto»; el espíritu subjetivo lo divide en «antropología, fenomenología y psicología»; el espíritu objetivo, en «derecho, moralidad y ética», y el espíritu absoluto, en «arte, religión y filosofía», dividiendo a su vez cada uno de estos estadios en otros tres. También lo real se divide básicamente en «Idea, Naturaleza y Espíritu» (Ver gráfico al final).
Las ideas de Hegel sobre lo que él llama «sociedad burguesa» y el materialismo de Marx, son el punto de partida para la inversión hegeliana de la interpretación de la historia que lleva a cabo el materialismo histórico (ver texto ). Marx adopta el método dialéctico hegeliano de comprensión de la realidad, pero cambia el concepto de realidad ideal por el de realidad material socioeconómica y el de fases sucesivas del Espíritu por el de fases de la historia real de la humanidad; el motor de la dialéctica, que en Hegel es la contradicción en la conciencia y en la realidad, son en Marx las contradicciones de la sociedad, debidas al conflicto entre las «relaciones de producción» y las «fuerzas de producción». Por su parte, Engels hizo una elaboración más «divulgadora» de la concepción de la dialéctica, e incluso señaló algunas de las leyes que, según él, la rigen (ver texto ).
Relaciones geográficas