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Nacimiento:1 enero 1908en Rochefort-sur-MerMuerte:1 enero 1961

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Filósofo francés. Nació en Rochefort-sur-Mer. Entre 1926 y 1930 estudió en la École Normale Supérieure de París. Luego fue profesor de filosofía en varios institutos de enseñanza secundaria (Beauvois en 1931-33, Chartres, 1934-35, institutos Carnot y Condorcet en París entre 1940-44). En esta etapa conoció a J. P. Sartre, estuvo bajo la influencia del pensamiento de Bergson y especialmente de la fenomenología de Husserl. En 1945 presentó dos obras importantes para conseguir el grado de doctor: La estructura del comportamiento (escrita en 1942), y La fenomenología de la percepción. En estos textos, que se inscriben en la corriente fenomenológica y existencialista, analiza la percepción, pero más allá de las usuales interpretaciones psicológicas considera que el análisis fenomenológico revela que la percepción es una síntesis, pero más práctica que intelectual (lo que le acerca a Bergson y a los pragmatistas), razón por la cual ninguna verdad es absoluta ni intemporal. La percepción es la relación entre la conciencia y el mundo y, por tanto, mediatizada por esta relación. La percepción es percepción de objetos, y en ella está involucrada la estructura entera del organismo: los sentidos son las diversas formas de estructuración de que dispone un organismo. Ahora bien, en cuanto que el cuerpo (y la carne) es el que constituye la inserción de la conciencia en el mundo, y el lenguaje es su instrumento, estas nociones de cuerpo y lenguaje, entendidas desde la fenomenología de la percepción, pasan a ser los conceptos centrales de su investigación (ver textos ).

En el mismo año 1945 es nombrado maestro de conferencias en la Universidad de Lyon. Por entonces su pensamiento, además de inscribirse en la tradición fenomenológica y existencialista, ya había recibido muchas influencias marxistas. Esta conjunción entre marxismo y existencialismo le acercó a Sartre, con el que fundó -junto con Simone de Beauvoir-, la revista Les Temps Modernes (1945), y le encaminó hacia el partido comunista. Se enfrentó a las corrientes cientifistas e idealistas, y sostuvo que, de la misma manera que el mundo nos determina, solamente hay mundo por nosotros. Por esta época publicó Humanismo y terror (1947) y Sentido y no sentido (1948), en los que se manifiesta la vertiente más marxista de su obra, centrada en el análisis de la noción de alienación, pero también empezó a ocuparse del que sería su novedoso enfoque de las relaciones entre alma y cuerpo, tema que estudió en La unión del alma y el cuerpo en Malebranche, Biran y Bergson. En 1949 accedió a un puesto de profesor de psicología y pedagogía en la Sorbona, y publicó un importante estudio de psicología: Las ciencias del hombre y la psicología, en el que profundiza las tesis de la psicología de la forma. Finalmente, en 1953 sucedió a Louis Lavelle en la cátedra del Collège de France, la misma que había ocupado Bergson, con un importante discurso de toma de posesión (Elogio de la filosofía) en el que analizaba el pensamiento de estos autores. Entre tanto, abandonó su militancia política en el partido comunista, debido fundamentalmente al conocimiento de las atrocidades del estalinismo y a la ausencia de crítica por parte de los órganos de dirección del partido comunista francés, que seguía la disciplina marcada por los soviéticos. No obstante, siguió considerando que el marxismo, más allá de las falsas y esclerotizadas interpretaciones que de él hacían los partidos comunistas, seguía siendo una importante teoría para la acción política. En Las aventuras de la dialéctica (1955), hizo un estudio crítico del marxismo y de su proceso de esclerotización y conversión en doctrina acrítica.

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En 1955, debido a esta toma de posición crítica con el marxismo, rompe con Sartre y abandona la revista que habían fundado, defendiendo la tesis según la cual, aunque el filósofo debe estar comprometido con su tiempo y con los problemas sociales, no puede encasillarse en ningún partido o Iglesia que defienda la posesión de la verdad, y reivindica el papel crítico de la filosofía. No obstante, las diferencias entre ambos autores no eran solamente de índole política, sino que arrancaban de una distinta interpretación de la ontología. En esta discrepancia se muestra uno de los temas centrales del pensamiento de Merleau-Ponty: la relación entre el hombre y el mundo, entendidos como relación entre conciencia y naturaleza. Radicalmente opuesto a todo dualismo, rechaza no sólo el dualismo psico-físico, sino también el dualismo sartriano entre lo en-sí y el para-sí.

Merleau-Ponty se oponía a la tesis sartreana de la separación de lo en sí contrapuesto al para sí, a la que calificaba de nueva forma de dualismo cartesiano entre res extensa y res cogitans. En lugar de esta oposición, Merleau-Ponty defendía, en la línea de las reflexiones del último Husserl sobre el Lebeswelt, que el locus esencial de la existencia es la experiencia de la percepción, donde sujeto y objeto forman una relación dialéctica de coimplicación que va más allá del materialismo y del idealismo, es decir, de las clásicas soluciones al dualismo psico-físico. Rechazó tanto la concepción de la conciencia como interioridad, como la del cuerpo como cosa. Mente y cuerpo forman una unión que se expresa en distintos niveles de comportamiento: el hombre es conciencia y cuerpo. Y esta relación entre conciencia y cuerpo, entre hombre y mundo, no es la relación de un sujeto con un objeto. Para él, el «yo pienso» se funda en un primer «yo percibo». Con ello, Merleau-Ponty rechaza la noción clásica del sujeto. Por otra parte, tampoco concibe el cuerpo como un mero objeto, sino que es mi punto de vista sobre el mundo, y la condición de posibilidad de la espacialidad que -según él-, es la primera condición de toda percepción. El sujeto percipiente no es propiamente un ser material o espiritual, es más bien un modo de ser que es fundador de todo ser. El sujeto queda concebido como principio de constitución que, mediante la percepción, puede superar lo meramente dado y trascenderlo. No obstante, aunque el sujeto es entendido como unidad de trascendencia, ello no le conduce a las posiciones de la filosofía crítica o de la filosofía trascendental clásica, ya que para Merleau-Ponty no se trata de un cogitoreflexivo, sino que es un cogito prerreflexivo: un yo en el mundo.

Otras obras destacables son: El ojo y el espíritu (1960); Signos (1960) y Lo visible y lo invisible, Obra póstuma, publicada por Claude Lefort en 1964.

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Bibliografía

Del autor

  • Merleau-Ponty, M., Fenomenología de la percepción. Península, Barcelona, 1984.
  • Merleau-Ponty, M., Lo visible y lo invisible. Seix Barral, Barcelona, 1970.

Relaciones geográficas

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