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Nacimiento:5 septiembre 1568en StiloMuerte:21 mayo 1639en París

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Uno de los últimos filósofos del período renacentista italiano. Natural de Stilo, Calabria, en Italia, a los quince años ingresa en la orden de los dominicos y, tras cursar los estudios propios de su orden, se interesa en su juventud por la astrología, la magia, la filosofía de Bernardino Telesio y las aventuras a las que su temperamento ensoñador y reformador le aboca: tras publicar su primera obra, La filosofía demostrada por los sentidos (1591), es procesado por herejía y magia y, al ser liberado, en lugar de volver al convento, se dirige a Padua donde conoce a Galileo, sobre quien escribirá más tarde una Apología pro Galileo (1616); sufre aquí otro proceso (1592) y dos más en Roma (1596 y 1597), donde es encarcelado. En 1599 conspira con ayuda de los turcos para promover un levantamiento en Calabria contra los españoles, que es descubierto y por el que es condenado a cadena perpetua en Nápoles. En prisión, en la que permanece 27 años, escribe La ciudad del Sol (que no publica hasta 1623), obra de carácter utópico que se une al grupo de utopías renacentistas -la Utopía de Tomás Moro y la Nueva Atlántida de Francis Bacon-, Sobre el sentido de las cosas (1604) y El ateísmo derrotado (1605), además de libros sobre medicina y astrología. Liberado en 1626, es trasladado a Roma, para que el Santo Oficio pueda vigilarlo de cerca; el papa Urbano VIII le protege y le aconseja marchar a Francia. En 1634, se instala en París y allí, acogido por Richelieu y Luis XIII, en honor de cuyo hijo escribe Égloga al nacimiento milagroso del Delfín (1638), vive sus últimos cinco años de vida rodeado de honores y reconocimiento.

Defiende la tesis de que la filosofía consiste en conocer «el libro de Dios», la naturaleza, a través de una especie de empirismo místico que concreta, siguiendo a Telesio, en sensaciones intuitivas de la esencia de las cosas, comparando el conocer con una asimilación del objeto por el sujeto. Antes que lo hiciera Descartes, expone al comienzo de su sistema la necesidad de la duda; distingue entre conocimiento innato (notitia innata) y conocimiento adquirido (notitia illata). Esta distinción le lleva a hablar de que «conocer es ser»: el conocimiento innato se identifica con el ser de quien conoce, «es ser»; el adquirido es una manera de incorporar «ser ajeno».

El conocer revela la estructura de las cosas y éstas se muestran como potencia, saber y amor (las tres «primalidades» del ser): todas las cosas, materiales y espirituales, incluido Dios mismo, son potencia de ser, saben que son y aman el propio ser. En lo creado, sin embargo, están también presentes las «primalidades del no ser»: la impotencia, la insapiencia y el odio. Se reafirma así el panpsiquismo, o el pansensismo, de Telesio, o la animación universal, de quien toma también la visión hermético-platónica del universo y la utilidad y el sentido de la magia natural.

En las obras políticas aparecen las máximas ambiciones reformadoras de Campanella: defiende una monarquía universal bajo la tutela del papa, y así lo propone en La monarquía del Mesías (1633). En La ciudad del Sol (ver ejemplo) propone una visión utópica del estado al estilo de la República de Platón.

La Ciudad del Sol

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