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John Locke
David Hume

Doctrina filosófica propia del empirismo inglés de los siglos XVII y XVIII. La expresión se debe a Locke, que atribuye a las ideas la posibilidad de asociarse simplemente por «una correspondencia natural» entre ellas,o al azar y según las circunstancias, pero sin otorgar a esta conexión ninguna función especial en el proceso del conocimiento. Hume, en cambio, hace de ella el origen de las ideas complejas. Estableciendo una comparación metafórica con la teoría de la gravitación universal de Newton, la describe como una atracción que se produce entre los átomos del conocimiento, las ideas simples, a las que atrae como una «fuerza suave, que normalmente prevalece». La asociación no ocurre al azar, sino que sigue principios o leyes que, según Hume, son: la semejanza, la contigüidad en el tiempo o el espacio y causa y efecto (ver texto ). Esta unión o conexión se produce en la imaginación, no en la memoria, donde su conexión es más bien inseparable; imaginación y memoria son los dos modos como una impresión puede estar de nuevo presente en la mente: de una forma dotada de vivacidad, por la memoria; de una forma con menos vivacidad, por la imaginación (ver cita 1 / cita 2 / cita 3 / cita 4).

Renovaron estas ideas, en el s. XIX, los también ingleses James Mill, Stuart Mill y Alexander Bain, siempre como un intento de explicación mecanicista de la vida mental, de forma que ésta reproduce la manera como se ha realizado la percepción.

El asociacionismo es un punto de partida para muchas de las primeras teorías propiamente científicas de la psicología: Wundt, Titchener, Thorndike, Pavlov y Watson son asociacionistas; lo son también en principio los partidarios del conductismo, que surge a comienzos del s. XX, y las primeras teorías sobre el aprendizaje, que explican por su medio la conexión -la contigüidad, sobre todo- que se produce entre estímulo y respuesta y entre estímulos naturales, o incondicionados, y estímulos neutros o condicionados.

La concepción atomista de la vida mental no explica fácilmente un concepto tan fundamental en psicología como es el del yo, o la conciencia, que no suele considerarse una simple conexión temporal o sucesión de ideas, sino más bien una unidad originaria con carácter de sujeto, y anterior a cualquier asociación. En especial, la psicología de la forma, o Gestalt, opone al atomismo y al asociacionismo la idea de conjunto, todo o globalidad.