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Teoría desarrollada por John L. Austin en las «William James Lectures», pronunciadas en Harvard en 1955 (editadas luego con el título How to do Things with Words [Cómo hacer cosas con palabras], 1962), y posteriormente por su discípulo John Searle, cuya obra más importante lleva precisamente por título Actos de habla (1969).
En la teoría de los actos de habla hay que diferenciar dos etapas. En la primera, Austin distingue entre las afirmaciones que realizan un acto y las que describen la realidad. Su objetivo fundamental era rebatir la convicción, ampliamente extendida entre los filósofos anglosajones, de que la función del lenguaje es describir un estado de cosas y, por tanto, las afirmaciones del lenguaje son verdaderas o falsas. Este postulado, al que Austin llama «la ilusión descriptiva», es cuestionado a partir de esta primera distinción entre enunciados que describen realmente, llamados constatativos, susceptibles de ser verdaderos o falsos, y enunciados mediante los cuales se realizan actos, llamados performativo, susceptibles de ser afortunados o desafortunados (ver ejemplo). Para que un performativo sea afortunado debe existir un determinado procedimiento, reconocido por convención, dotado por convención de un determinado efecto, y que comprenda el enunciado de determinadas palabras por determinadas personas en determinadas circunstancias.
En una segunda etapa, que no supone una diferenciación temporal, Austin constata que sostener que un enunciado performativo resulta un éxito si se cumplen determinadas condiciones, equivale a decir que un performativo es un éxito si determinadas afirmaciones son verdaderas, precisamente las que describen estas condiciones. Ante el peligro de indistinción entre performativos y constatativos, Austin propone tres tipos de actos de habla: (1) acto locucionario, que se realiza por el hecho de decir algo; acto ilocucionario, que se realiza al decir algo; acto perlocucionario, que se realiza por medio de decir algo.
Austin retoma la distinción entre performativos y constatativos y sostiene que en una afirmación el hablante realiza un acto ilocucionario igual que cuando hace una advertencia, y que no existe contradicción en admitir a la vez que un enunciado sirve para realizar un acto y que este enunciado o, mejor dicho, la proposición que expresa es verdadera o falsa.
La obra de John Searle, discípulo de Austin, retoma y desarrolla extensamente la teoría de los actos de habla.
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